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Crítica: GMC Sierra AT4

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Texto de Jacinto Campos
Fotos de GMC y J.C.

Desde Oxford (Michigan, EEUU) – Si la montaña no va a Jacinto… ¡Jacinto va a la montaña! En un inusitado despliegue de recursos, Autoblog me comisionó para que viaje al Norte a ver algunas novedades.

Obvio, el instinto campero me llevó a curiosear algunas pick-ups. Y obvio: las vio todas y todas me gustaron, desde las “normales” (que son más grandes que las que vemos usualmente en casa) hasta las superchargers reformadas, con aparatosos sistemas para laventar la carrocería que -en definitiva- no logran separar el diferencial del suelo y, por ende, al meterlas en nuestros beneméritos caminos de tierra se convertirían en meros alisadores de huellones, con sus sufridos diferenciales y terminales de tren delantero y/o amortiguadores traseros.

Pero cuando vi la GMC Sierra AT4 me dije: ¡qué bestia! Me vinieron a la memoria las limousines que trajeron Obama y Trump a la Argentina: los Cadillac One y las Suburban, que acapararon la atención de los medios (ver nota).

Pude manejar la GMC Sierra AT4 por una semana. ¡Qué linda que es! Obvio, el interior es un living con plasma, ya que trae una pantalla de 3×7 pulgadas y sorround. Es como estar en un microcine rodante. El acompañante ni hablar: mira a todos desde arriba, casi con sorna y es imposible evitar una sonrisa socarrona (por educación, no sobradora) al ver el resto de la progenie automotriz pasar a su lado.

La conducción se ve casi automatizada, con cámara trasera de tres opciones, con ángulos trasero y lateral, visión de altura de 360 grados y una panorámica desde sus increíbles butacas. La palanca de cambio en el volante -habitual en Estados Unidos, salvo en los modelos deportivos- posibilita una “mesa de apoyo central”, donde bien podemos poner el equipo de mate y media docena de facturas. Tiene tres guanteras (una en el torpedo frente al acompañante y dos en la “mesa ratona” central) y varios “escondites” detrás y debajo de los asientos traseros.

Como ya es casi estándar en USA, tiene control de crucero adaptativo, sistema de mantenimiento automático de carril, detector de señales de tránsito, y frenado autónomo de emergencia. Lo que más usé fue el detector de señales de tránsito. Proyecta la información en el ángulo inferior izquierdo del parabrisas, lo que evita sacar la atención del camino y facilita el cumplimiento de las velocidades máximas permitidas (ya no habrá excusa al momento de la multa).

En definitiva, lo que sobra es el conductor. Pero, para evitar que el que maneja se duerma o juegue con el teléfono, si quita las manos del volante (lo que es realmente una tentación) suena una alarma que obliga aferrarlo con firmeza.

GMC logró evitar una lenta aceleración de una bestia así con variedad de opciones de motorización que la convierten en un vehículo ágil y rápido al momento de pisar el acelerador: hay motores nafteros 2.7 turbo, V6 4.3, V8 6.2 y el V8 5.3 de la unidad que probamos en Autoblog. También hay un 3.0 turbodiesel de seis cilindros.

El motor V8 5.3 con que estaba equipada la chata que probamos -en un color borravino espectacular y que nos quedamos con las ganas de traernos en el carryon- entrega 355 caballos de potencia a 5.600 rpm, con 518 Nm de torque a 4.100 rpm. Viene equipada con DFM (Administración Dinámica de Combustible), lo que asegura una mayor eficiencia en la relación prestación-consumo según las condiciones de uso (superficie, velocidad, arrastre, peso en caja, etc.).

El concepto de uso racional de combustible que ofrece el DMF se completa con el Start&Stop automático en detenciones de cierto lapso, donde el motor se detiene con el freno apretado y se enciende al soltarlo. Esta función se puede desactivar mediante una tecla, una de las tantas que ofrece el completo tablero de comando de la Sierra (parece un jet).

La chata viene con caja automática de 8 velocidades con “sobremarcha”, controlada electrónicamente y modo “Remolque” y “Arranque extrapesado”, lo que mejora el comportamiento del motor en caso de llevar acoplado, tolva o casa rodante. También trae descenso controlado en pendientes, manteniendo la velocidad de crucero en las bajadas. Todo esto alivia el frenado y aumenta la seguridad al posibilitar un frenado sin derrape.

La Sierra adiciona el bloqueo automático del diferencial trasero mediante el sistema Eaton Locker, el cual se acciona al detectar una variación de más de 100 rpm. La eficiencia -y el confort en el andar- se completa con los amortiguadores Rancho monotubo dos pulgadas.

El sistema de tracción ofrece una completa gama de opciones, merced a su caja de transferencia, que posibilita seleccionar entre 2WD (tracción trasera), 4WD A (tracción integral de acople automático, al detectar pérdidas de adherencia), 4WD H (se circula en 4×4 en alta) y 4WD L (la querida “reductora”).

Con estas posibilidades, prácticamente se adapta la tracción a cualquier tipo de terreno o condiciones climáticas (ruta seca o con lluvia, montaña, barro, ripio, arena), lo cual para quienes “sufrimos” los caminos de nuestra querida Argentina no es poca cosa. Con esta máquina es cuestión de “subirse y divertirse”.

Y aquí está uno de las características únicas en su gama de la Sierra: tiene 200 mm más de despegue que sus congéneres de otras marcas. Imaginen los huellones de nuestros caminos rurales (trazados por los termos de leche o en época de cosecha) y de montaña y coincidirán conmigo que es una ayuda importante en seguridad y, sobre todo, “certeza “(no hay que llevar provisiones por si nos quedamos “colgados”).

El rodado es 265/65R18, aunque quizás le vendría mejor una llanta 20, ya que le sobra distancia en guardabarros y despegue. Viene equipada con Goodyear AT Wrangler Duratrac y –créase o no- en Estados Unidos se ofrecen tres opciones de dibujo en las cubiertas para distintas superficie: asfalto/arena, tierra/ripio y barro/nieve.

Es como si hubieran leído el viejo reclamo que los usuarios de chatas les venimos haciendo a las automotrices argentinas (ver nota).

Eso no es todo, GMC también escuchó a Autoblog con otro reclamo habitual: la Sierra viene de serie con poderosos ganchos de rescate (adelante y atrás), y también viene de serie con enganche trasero de remolque.

“¿De qué se podrá quejar Jacinto ahora?”, se habrán preguntado ustedes. Sólo puedo decir que lamento que GM Argentina no se anime a traer las Silverado y GMC a nuestro mercado.

Repasando las aptitudes para el trabajo de esta chata que, no solo posee todos los lujos de un vehículo de paseo de altísima gama, sino que es una formidable herramienta de laburo.

Es la primera en traer la caja pintada con material al carbono (Carbon Pro), lo que evita el protector de caja. Para una mejor fijación de carga en la caja posee tres anclajes en cada ángulo (un total de 12) lo que viene muy bien cuando hay que forzar hacer presión hacia abajo, por ejemplo un bidón o carga similar, en que se necesita fijarla hacia abajo además de los laterales.

El portón trasero es la materialización del “trabaje solo” y “hágalo usted mismo”. Se abre electrónica o manualmente en tres pasos: una parte superior que actúa como “mesa de apoyo” para diversas tareas; luego se abre el portón entero y un tercer escalón se despliega para facilitar el acceso. En este caso, en el ángulo izquierdo se encuentra una manija retráctil que ayuda a la subida. Incluso Jacinto se subió más fácil que al Curaca (su caballo sillero).

En realidad, la Sierra está pensada para el que la trabaja y minimizar la necesidad de un “ayudante”. La cámara retrovisora se puede utilizar durante la marcha actuando como un retrovisor adicional y obviamente mucho más eficiente. Su función de 360° permite ver hacia atrás cuando se lleva un acoplado, tolva, trailer, lancha o lo que sea.

También tiene una opción de zoom para facilitar el apareamiento entre el enganche y lo que se desee remolcar, sin necesidad de bajarse a mirar o pegar el grito: “Pepe, ¿cómo voy?” Y, para sorpresa, con un adicional que se conecta al encendedor: se puede subir y bajar a distancia el gancho de remolque, para que calce con mayor facilidad aún.

En definitiva, estaba como un pibe en Disney. Esas chatas, que serían las que nos ayudarían a transitar una nueva etapa en la evolución del sector agro-industrial, aún son una materia pendiente en la Argentina.

Para que pongamos todo en perspectiva, el modelo base-base Sierra cuesta unos 45 mil dólares. Aunque hay modelos de GMC incluso desde 32 mil dólares.

En los próximos meses llegarán algunas nuevas pick-ups full-size a la Argentina, como las Ford F-150 y F-150 Raptor. Por el momento, la única disponible es la Ram 1500, que acaba de recibir una actualización. Ya la estuve probando en la Cuenca del Salado. Mañana seguiremos hablando del tema, en esa crítica que ya adelantamos acá.

J.C.

***

Jacinto Campos, crítico rural de Autoblog, viajó a Estados Unidos para probar la GMC Sierra.

Comparte plataforma con la Chevrolet Silverado, pero tiene el toque de diseño, lujo y equipamiento off-road de GMC.

Gancho de remolque de serie. Ganchos de rescate de serie. Tres opciones de neumáticos para elegir.

Todas las habituales quejas de Jacinto Campos, respondidas por una chata que lo dejó con poco para criticar.

Las pick-ups de GMC siempre ofrecen más confort y equipamiento que sus parientes de Chevrolet.

Un verdadero living, que sólo por cuestiones técnicas se denomina “cabina”.

Mucho lugar para guardar objetos y un curioso acceso a la caja de carga, para transportar objetos largos.

Todas las capas y materiales que componen la CarbonPro Box de la Sierra. No es necesario agregar ningún protector extra de caja.

Escalera retráctil para el acceso a la caja de carga.


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