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Crítica: Citroën C-Elysée HDi

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La llegada del C-Elysée al mercado argentino, en octubre de 2016, fue de la mano de los éxitos de José María “Pechito” López en el WTCC, que ese año conseguía su tercer título consecutivo manejando la versión competición. Claro, este modelo llegó a ocupar un lugar en el catálogo de Citroën Argentina que nada tiene que ver con la competición: apenas por debajo del C4 Lounge en medidas, equipamientos y precio, posicionándose como una alternativa más que válida para una familia tipo o el uso profesional del auto como vehículo de pasajeros.

Autoblog probó aquella primera versión (leer crítica).

En mayo de 2017, el C-Elysée recibió un restyling y la incorporación del motor turbodiesel. Probamos la versión HDi durante una semana y la crítica completa se reproduce a continuación.

POR FUERA

Comparado con el modelo 2016, el restyling le cayó más que bien al C-Elysée pero, a mi entender, en forma desigual. La trompa ganó mucho en estilo y en aire de familia. El Doble Chevrón totalmente integrado en la parrilla, cromados bien proporcionados y un conjunto de luces que hace que toda la trompa tenga armonía. De perfil va perdiendo la gracia y personalidad, a medida que nos acercamos a la parte trasera, para terminar en un baúl que es un chapón entre dos luces laterales. Pliegues y dobleces tratan de darle “onda”, pero no logran evitar ese impacto visual. Todo esto se justifica sólo con la gran boca de carga y el enorme baúl, pero estéticamente se pierde mucho.

Las llantas de aleación son de un diseño agradable y la combinación de negro y color metal ayudan a darle un buen toque. Son de 16 pulgadas con neumáticos Michelin Energy 195/55. Quizás un poco más de talón haría que tengamos más confort de marcha en calles urbanas con juntas mal hechas, pero nada grave. El auxilio es de tamaño “normal”, pero con llanta de chapa y en nuestra unidad era Goodyear.

POR DENTRO

Primera desilusión: el exterior promete un interior diferente al que vemos cuando abrimos la puerta. No se alarmen, tampoco es para tanto, pero el C-Elysée nos cuenta algo de afuera y no nos entrega lo mismo adentro. Lo primero que llama la atención es la ausencia de todo tipo de tecla y comando en las puertas. Y un gran aplique de plástico bien pintado, a modo de decoración. Los comandos a distancia de los espejos quedan abajo y a la izquierda del tablero, en un lugar poco práctico y con letras y dibujos para que tenga que ponerme los anteojos de “ver de cerca”, para saber qué estoy tocando. Los levantavidrios de las cuatro puertas mantienen sus teclas a los costados de la palanca de cambios. O sea: lo más lejos posible del conductor. En cada cabina de peaje me acordé mucho de los diseñadores de interiores de Citroën y su decisión de colocarlos allí. Si a eso le sumamos que no tienen función “one touch”, la dedicatoria aumenta un par de puntos.

Parece que la ergonomía se les complicó con el C-Elysée, ya que el bloqueo de ventanillas trasero está al fondo y bien abajo de la consola central. El encendido de las balizas se encuentra del lado del acompañante. Y el portavasos muy cerca de la palanca de cambios. Por poco inundo la consola central, tras una pasada por un auto-hamburguesa. No me juzguen: los críticos de Autoblog también comemos comida chatarra.

La posición al volante es cómoda, el asiento se regula en altura y se logra una posición descansada y con todo a la vista y al alcance (menos todo lo que ya escribí). La pantalla multifunción es de 7 pulgadas con touchscreen y de fácil uso. Se me complicó al principio la configuración de Android Auto y el mirror screen, pero un par de tips de C.C. hicieron todo más fácil. El sonido es bueno aunque se extrañan un par de parlantes en las puertas, ya que los delanteros vienen en la parte de arriba del tablero, en los ángulos. No tiene reproductor de CD, pero no lo vamos a poner como negativo, porque después me tildan de “viejo”.

En un vistazo general, las terminaciones no parecen muy buenas y el exceso de “chapones” de plástico no es del todo agradable. Si bien este C-Elysée se fabrica en España, no parece muy europeo. El tablero es simple, lo cual se agradece, pero creo que se podría haber hecho otra distribución de las luces testigo y así darle más visibilidad a la computadora de a bordo, con los datos de consumo y autonomía. Un dato: la visibilidad de cuentavueltas y velocímetro mejora enormemente con las luces encendidas, sobre todo porque se opaca esa “Y” invertida que tienen los dos relojes en el centro.

Los comandos del aire acondicionado son simples y fáciles de setear. Los mandos satelitales de la radio están en una palanca atrás del volante, lo mismo que el accionamiento del mando de voz, con el cual no me llevo demasiado bien, pero ese es un problema de quien escribe, que todavía se niega a interactuar con asistentes virtuales.

En las plazas traseras, el espacio es enorme, con muchísimo lugar para las piernas aún con alguien de 1,85 manejando.

El baúl tiene 506 litros de capacidad, o sea: entra todo y más. Debajo del piso, pero dentro del vehículo, viene la rueda de auxilio y un kit de seguridad.

SEGURIDAD

Con el restyling, Citroën Argentina agregó una versión de entrada a gama: Live. Logró un precio más accesible, lo cual es bueno. Lo malo: no tiene control de estabilidad (ESP). Sólo doble airbag frontal delantero, frenos ABS y anclajes Isofix. Autoblog no recomienda la compra de autos sin ESP.

El resto de los C-Elysée (incluyendo el HDI de esta nota) agregan: doble airbag lateral delantero, control de estabilidad y sensores de estacionamiento traseros. La cámara de retroceso es exclusiva de la versión tope de gama (Shine).

La única prueba de choque independiente realizada con el C-Elysée ya tiene unos años: fue realizada en 2014 por EuroNCAP. Con el protocolo de aquél entonces, logró una calificación mediocre: tres estrellas, con 71% de protección para adultos, 75% para niños y 54% para peatones.

MOTOR Y TRANSMISIÓN

El HDI 92 tiene 1.560cc y es un motor turbodiesel más que probado en la familia PSA. Como su nombre lo indica, tiene una potencia de 92 cv a 4.000 rpm y un torque de 230 Nm a 1.750RPM. Viene acoplado a una caja manual de cinco velocidades. Este conjunto mecánico es el mismo que equipan los Peugeot Partner, Citroën Berlingo, Peugeot 301 y Peugeot 208 HDi (leer crítica).

Su “hermano” mayor, el C4 Lounge HDI viene con el 1.6 turbodiesel de 115 cv y 270 Nm (leer crítica). Por el momento, no está previsto que el C-Elysée reciba este upgrade.

COMPORTAMIENTO

Una vez en marcha, el C-Elysée deja en claro que es un sedán cómodo y fácil de usar, ya sea en ruta como en ciudad. Como mencioné antes, quizás un poco más de talón en las cubiertas lo haría más confortable en algunos asfaltos o pisos desparejos, pero no es tan grave.

La aislación acústica es buena, aunque en ruta algunos burletes por momentos se pusieron a jugar con el viento. Los asientos son muy cómodos y te invitan a viajes largos. Las plazas traseras también son cómodas y amplias: hasta cinco adultos viajarán sin problema.

El motor de HDi 92 tiene dos caras: por debajo de las 2.000 rpm es remolón, tranquilón. Por encima de las dos mil vueltas, empuja con ganas y te hace olvidar de que es un diesel. Me pareció un poco más ruidoso de lo normal para los gasoleros post-2010. Es claramente más sonoro que el C4 Lounge HDi. Quizás tenga que ver con el hecho de que que el capot no cuenta con la misma cantidad de aislantes y materiales de insonorización que su hermano mayor.

Los consumos son contenidos siempre y cuando no te entusiasmes con el acelerador. “Si querés ir rápido, vas a tener que alimentar más al motor”, me dijo una vez un preparador de competición y aplica para cualquier propulsor. Medí 6,7 litros cada 100 kilómetros en ciudad y 5,2 litros en ruta a 120 km/h. Esto garantiza una excelente autonomía con el tanque de combustible de 50 litros.

La dirección es asistida eléctricamente y tiene una buena sensación a alta velocidad. También es muy fácil de maniobrar en pleno tránsito. La visibilidad es buena para todos los ángulos y en las maniobras de estacionamiento los sensores traseros ayudan. La cámara de retroceso sólo está disponible en la versión naftera Shine.

El despeje al suelo está bien pensado y apto para cunetas conurbanas, aunque siempre traté las suspensiones con cariño, para poder devolverle a Citroën el C-Elysée tal como lo prestaron: en una sola pieza.

Tiene buena capacidad de frenada y tuve la “suerte” de probar el ABS en una frenada de emergencia sobre adoquines mojados. El perro que cruzó la calle por la mitad de la cuadra y saliendo de atrás de un auto estacionado, debería agradecer a varios ingenieros.

CONCLUSIÓN

El Citroën C-Elysée HDI Feel es un sedán para competir en un segmento de usuarios que buscan un auto cómodo, confortable, de bajo consumo y buena capacidad, tanto para los pasajeros como para sus pertenencias. Si bien algunas terminaciones y detalles de posiciones de teclas son puntos mejorables, el “auto de Pechito” invita a quedarse por comodidad y autonomía.

¿Qué le pediría a Citroën? Mejorar las terminaciones y acabados interiores (tanto plástico no es lindo ni agradable a la vista). También una versión con caja automática. Y repensar la ergonomía interior, para que las teclas más usadas estén accesibles.

La versión probada cuesta 463.000 con todos los impuestos incluidos, casi 100 mil pesos menos que el C4 Lounge HDI de 115HP. Un precio más que lógico, para un auto que tiene mucho de lógica.

Texto y fotos: Orly Cristófalo

***

El Citroën C-Elysée se lanzó en la Argentina en 2016 y recibió un restyling en 2017.

Ahí se sumó esta versión turbodiesel (HDI).

Un auto práctico y con una mecánica muy eficiente.

Interior generoso, con espacio para cinco adultos.

Puesto de manejo sencillo, con algunos problemitas de ergonomía.

Por ejemplo, los levantavidrios mal ubicados.

El tablero se ve anticuado. No tiene reloj de temperatura del motor.

Una de sus grandes virtudes: el baúl de 506 litros.

Auxilio del mismo tamaño que las cuatro titulares, aunque con llanta de chapa y otra marca de cauchos.

El motor HDi 92: uno de los diesel más eficientes y probados del mercado automotor argentino.

Sólo admite Diesel Grado 3 (también conocido como Euro, Premium o “el más caro”).

Las luces diurnas de leds llegaron con el restyling del año pasado.

Se actualizó un poco la estética, aunque sigue siendo un auto sobrio y discreto.

Humilde, sencillo y ahorrador. El más lógico de los Citroën.


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